viernes, 19 de abril de 2013

S/T


Lejos, se jadea celoso el beso de mi esperanza amordazada.

Tangibles verdores que cobijan la razón indefensa.
El pecho inflado de un vuelo solitario se engrandece,
mas nada queda para sí mismo que la idolatría banal
de un verso prestado, apenas susurros de una necedad.

Brindo solitario en medio de mis terquedades.
Brindo porque el desprecio es una generalidad.
Flagelo esencial que alimenta nuestro presente.
¿Brindo porque el desprecio es la raíz de nuestra ignorancia?

Ayer fantaseaba con decenas de renos cortando el silencio de la noche,
alimentando mis ilusiones de pequeño soñador.
Hoy me alimento de nuestra precaria identidad tecleando el abismo
de una convicción extraña que pretende persuadir al otro.

Dime, ¿Qué harás para encontrar al Poeta olvidado
en medio de estos tiempos?
Percudido, tú, por falsas necesidades que brotan de exigencias ajenas,
cobijas innecesarias que la multitud te obsequia.
¿Serás la herencia del sembradío que antaño se forjo?
¿O apenas una especulación de tu ser más sincero?

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