viernes, 19 de abril de 2013

S/T


¿Pues donde se ha ido mi silencio si nadie lo ha visto pasar?

Ajeno al desconsuelo de vuestro transitar, ajeno nada más.
Yo he bebido en claridad tu fantasía, pues ha sido la mía,
real cometa que se expande en la ilusión de una juventud perdurable.

¿Adonde brotas fragmento humilde que de artificios te sustentas?
El retrato, es apenas la verdad de tu ternura.
Reserva tu conciencia para el canto de libertad.
Hazte ave de rapiña, vuelo fatal de inmensidades en gloria vertical.

Espero, en este nubarrón, el ansia de tu enajenación.
No me llores en el precipicio de tu sobriedad.
Luce el fruto de tu plumaje.
¡Hazte ave!

Hazte ave, y de tu enigma deja brotar la inmensidad
que de plumas desgastadas alimenta la simplicidad.

S/T



Otorgo mi carne, efímero espectador al borde del abismo. Otorgo mi carne, presa de un mutismo abrazador.

Otorgo lo que de mi queda arrinconado en las entrañas
de un anhelar fortuito, balcón aturdido de cantares medievales.

Ya me pesan mis palabras que antaño vomite.
¿Y cómo hacerte saber que ya no soy aquellas porciones?
¿Cómo hacerte consciente de aquello que ya no soy?
¿Cómo germinar la semilla de mi vacuidad en lo cotidiano
que aún te contiene?

¿Cómo nacer de nuevo frente a lo ajeno?
¿Cómo lograr que me veas en la ausencia de una pulcritud
esclavizada, alienada del compromiso obligado y trivial
que alimenta nuestro presente?

Apenas murmuro lo que de mi brota.
Apenas, soy lo que me queda, suficiente para la exigencia…


S/T


Lejos, se jadea celoso el beso de mi esperanza amordazada.

Tangibles verdores que cobijan la razón indefensa.
El pecho inflado de un vuelo solitario se engrandece,
mas nada queda para sí mismo que la idolatría banal
de un verso prestado, apenas susurros de una necedad.

Brindo solitario en medio de mis terquedades.
Brindo porque el desprecio es una generalidad.
Flagelo esencial que alimenta nuestro presente.
¿Brindo porque el desprecio es la raíz de nuestra ignorancia?

Ayer fantaseaba con decenas de renos cortando el silencio de la noche,
alimentando mis ilusiones de pequeño soñador.
Hoy me alimento de nuestra precaria identidad tecleando el abismo
de una convicción extraña que pretende persuadir al otro.

Dime, ¿Qué harás para encontrar al Poeta olvidado
en medio de estos tiempos?
Percudido, tú, por falsas necesidades que brotan de exigencias ajenas,
cobijas innecesarias que la multitud te obsequia.
¿Serás la herencia del sembradío que antaño se forjo?
¿O apenas una especulación de tu ser más sincero?