lunes, 25 de abril de 2011

IX

Opaco es el amanecer, pero, ¡qué resplandor incandescente nos ofrece!



Sumidos en la apatía matinal, nuestros rostros se aprisionan.



Se sumergen en ficciones mentales inyectadas de hipocresía.



¿Cuántos llantos impediste de esos rostros abatidos?



¿Cuántos miedos despojaste de esa carne corrompida?





Adonde juegas tu juego, nadie te seduce. Es fácil.



Nadie impone su miserable ancianidad, nadie te permite existir.



¡Es fácil! Eres la médula de una obra inconclusa.



Apenas exhibida al panteón de larvas hambrientas anhelando tu eyaculación.



¿Cómo te lo permites? ¿Cómo enredas tus pupilas en el cielo?



¿Cómo es posible, que tus labios no murmuren mi ansiedad?-