jueves, 27 de mayo de 2010

S/T

La vida del hombre común no es más que la idealización de un pecho que lo alimente hasta la muerte. Sin ella, el hombre no tiene justificación sobre la tierra. Es un ser cobarde que transita ciego por los laberintos del presente, el cual, le es ajeno y perturba su conciencia hasta el hartazgo. Esa idealización bloquea las expresiones más puras dentro de si, lo redime,
lo aprisiona, lo encierra en parámetros efímeros que nada aportan al dominio de si mismo. Le invocan “demonios”, que no son más que los reflejos de su cobardía ante lo inmediato.
Lo aíslan de la oscilación fundamental que rige la expresión de lo Eterno, que nada tiene que ver con las deducciones de la razón, que nada tienen que ver con el intelecto refinado y precavido de aquellos que al caminar miden sus pasos sobre los pastizales para no perder un segundo en contemplar los intersticios de la oquedad. La vida del hombre común no es más que un alarido hacia la nada. Un insignificante conjunto de palabras arrojadas al abismo de lo absurdo.
Esa vida es un teatro plagado de máscaras impuestas entre los pasillos añejos de la condición social, de lo legal impuesto, justo antes de abrir los ojos ante esta marea de reclusión obligada.
¡Es clavarse el cuchillo día a día! ¡Es implorar la conciencia de uno mismo!
¿Pero cómo se puede implorar la conciencia de uno mismo?
Si, obsérvalo, es eso, caminar a destiempo de lo que dictan tus pies.
Es no detenerte sobre ese enjambre y admirar la obra de laboriosos insectos convencidos de su destino. Es no escuchar el suplicio del viento al intentar cruzar por entre medio del cemento para saciar su sed de inmensidad. Es no dialogar con el poniente para anidar la oscuridad venidera entre las palmas de nuestra nimiedad. Es publicar falsamente el sentido de nuestros deseos, que ocultos bajo la manta desteñida se avejentan sin siquiera haber nacido.
¡Es solicitar ilusoriamente el Ser, día a día!

La vida del hombre común… raíz que anhela brotar ansiosamente sobre la tibieza de la leche universal.-