miércoles, 4 de noviembre de 2009

Día 35

La valoración del beso se ha perdido entre la resaca
Salvaje de las madrugadas dolientes de una carne sin infancia.
El embrujo de mentiras comercializadas.
El brebaje adulterado para un poeta que pregona apenas claridad.
Las esquinas se visten de gala, desconcertantes en su porvenir.
¡Aproxímate!
¡Desnuda tu vientre de ingenua melancolía!
Hazme niño para saborear tus pechos de miel enrarecida.
Hazme cosmos entre tus pupilas de vasta inmensidad.
¡Asesinos son aquellos que divagan sin su rumbo!
Lejos, lejos esas lágrimas que nada anuncian.
Mira mis lágrimas, brotan no de lamentaciones cobardes e inútiles.
Ellas brotan desde la mismísima felicidad de aceptarlo todo.
De correr a la par del tiempo y sus picardías.
Brotan de adorar el camino recorrido, de nadar por sobre las huellas.
Ellas caen y abren caminos, como soles entre mareas de nimbos caprichosos.
¡Retírate! Vete a llorar a los infiernos de tus falsedades.
El ánfora otorga el vino al viajero engrandecido. Al silencio de la pausa.

De sandalias no se vistieron los corderos,
Apenas, quien les daba de beber.
¡Muestra respeto por el beso!-

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